sábado, 25 de enero de 2014

EN NOMBRE DE LA CLARIDAD por Trigueirinho



EN NOMBRE DE LA CLARIDAD por Trigueirinho


La situación de la Tierra es delicada. Tal hecho, a pesar de en cierto grado estar siendo traído al público desde el final del siglo pasado, no recibió la debida atención. Ya estamos viviendo momentos críticos y agudos, pero la gran mayoría de las personas — aún las que se interesan por la búsqueda espiritual — permanece entorpecida por los medios de comunicación y por la propaganda. Se mantiene así apartada de decisiones internas y externas importantes con respecto a la presente crisis planetaria, y muchas serán cogidas por sorpresa por los acontecimientos catastróficos que se anuncian en el escenario mundial. ¿Qué hacer?

No vivimos tiempos normales. Para cada fase de una enfermedad, una acción específica se hace necesaria. Lo que podría haber ayudado ayer se muestra ineficaz y hasta dispersivo hoy. La experiencia confirma: movimientos de protesta, luchas por mejoras sociales, económicas y políticas no consiguen amainar esa situación. Asistimos a la sustitución de una teoría por otra, de un régimen por otro, de un líder por otro, pero ningún cambio genuino en la mentalidad humana.

Estructuras e instituciones están deterioradas por los sucesivos errores cometidos a través de los siglos y no son más susceptibles de reformas; el mal está tan infiltrado en ellas que no permite transformaciones verdaderas. ¿Cómo actuar?

En la vida universal, de la cual la Tierra es sólo una fracción, hay diferentes escalones de seres y consciencias. La evolución no es conducida por el hombre, ni la existencia se restringe al mundo tangible. En verdad, lo invisible es base y origen de lo visible.



  
Imagen extraída de aquí:

  
El campo de acción de las fuerzas en conflicto en el planeta y en el ser humano es la consciencia. Esas fuerzas tienen que transmutarse en el ser para que se transmuten en el mundo. ¿Podemos colaborar en ese proceso? Sí, efectivamente; pero no podemos controlarlo. Energías supra-humanas, espirituales, rigen la evolución de los mundos.

En esta época, la transformación de la vida terrestre es inevitable. Llegamos a un punto en que grandes ciclos universales se completan y otros se inician. La acción y el querer humanos no pueden impedir esa transformación, ni hacer con que ocurra. Ella transciende el ámbito de las personas y el libre albedrío; ya ha comenzado un cambio en la propia estructura magnética de la Tierra y en su relación con la vida solar y cósmica. Abarca todos los campos de existencia en el planeta y trae cambios en la inclinación de su eje magnético, en su corteza, en su clima y en la conformación de los continentes y de los mares: trae también el surgimiento de nuevas especies y la desaparición de otras. Posibilita, además, la implantación suprafísica de un nuevo código genético en la humanidad de superficie y su contacto lúcido con civilizaciones evolucionadas, de otras dimensiones de este mismo planeta o del espacio sideral.

Pero esto no significa que debamos permanecer indiferentes al transcurso de esos momentáneos hechos mundiales. Por el contrario, significa que nos debemos adherir al movimiento transformador que se opera en la consciencia antes de reflejarse externamente. Así, si por un lado la transformación en la Tierra es inevitable — por obra y gracia de Inteligencias cósmicas —, por otro lado el modo como transcurre depende de la participación humana.

Es con base en el conocimiento del propio ser interior que el hombre puede transcender las apariencias y la fascinación que ellas ejercen, que puede dejar de avergonzarse por las fuerzas involutivas que manejan y manejarán las estructuras de esta civilización aún por algún tiempo, y que puede contribuir conscientemente para la transformación planetaria.

Siendo ese conocimiento del ser interior una experiencia íntima y no sólo una elaboración teórica o un sentimiento idealista, con él individuos y grupos entrarán realmente en una nueva vida — sin que autoridad alguna precise guiarlos según las falsas concepciones que hoy predominan. Con el contacto interior, ellos sabrán que sus acciones positivas y sus expansiones de consciencia se reflejan en los demás, pues no hay separación entre ellos y sus semejantes, entre ellos y el universo.


Extraído del boletín “Señales de Figueira”, de Trigueirinho


Irdin Editora




Samsara 2011

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